domingo, 3 de noviembre de 2019

La monarquía española y San Sebastián


Bahía de La Concha con marea baja.

Lo que a lo largo del siglo XIX empezó siendo turismo de balneario e hidroterapia higienista y de “baño de ola” con fines terapéuticos por parte de las élites españolas, en la segunda mitad del siglo y de forma progresiva se fue transformando en veraneo y turismo de ocio.

San Sebastián en este sentido representa el paradigma de este proceso en España, junto con Santander; en ambos casos la influencia de la familia real española fue decisiva en el desarrollo de las dos ciudades.

Todo empezó en el verano del año 1845 cuando la soberana Isabel II, entonces aún soltera, acudió a San Sebastián acompañada por su madre la Reina Gobernadora D.ª María Cristina y su joven hermana la infanta Luisa Fernanda, con el propósito de tomar baños de mar en La Concha debido a que estaba aquejada de una enfermedad de la piel. La Reina acostumbraba a tomar las aguas a la una del mediodía, a la vista de un numeroso público. Le asistía en el baño la donostiarra María Arratibel. Su estancia, que apenas duró dos semanas, causó una honda impresión en la población local, marcando un punto de inflexión en la proyección turística de la ciudad, al consolidarla como estación balnearia de moda.

Puente de María Cristina.

Es imprescindible mencionar las visitas de la reina Isabel II y de los miembros de la familia real en el desarrollo de San Sebastián como capital del turismo español del siglo XIX. Sin duda la presencia de la realeza en la capital donostiarra contribuyó a que la nobleza y la alta burguesía se animaran igualmente a tomar baños en estos mismos lugares. Se trataba, por lo demás, de una minoría que se desplazó por motivos inicialmente terapéuticos y que de esta manera empezó a demandar servicios que podríamos llamar turísticos (Carlos Larrinaga -Universidad del País Vasco- La madurez de un producto turístico: el País Vasco entre 1876 y 1936).

Con anterioridad a la propia soberana (Isabel II), un hermano de Fernando VII, el infante Francisco de Paula Antonio, había tomado los baños en La Concha, primero en 1830 y después en 1833.

Unos años más tarde, en 1859, fueron los emperadores de Francia, Napoleón III y su esposa, la española Eugenia de Montijo, quienes se personaron en la capital guipuzcoana. Su presencia, así como la de otros aristócratas, hicieron de San Sebastián un importante lugar turístico para mediados del siglo XIX.


Palacio de Ayete.


Esta decisión, mantenida por la reina María Cristina, convirtió a San Sebastián en un afamado destino turístico de lujo con capacidad de atracción para las élites económicas y nobiliarias de España y de otros países europeos. Su fama como elegante lugar de veraneo se prolongó hasta la proclamación de la Segunda República.


Estación del Norte de San Sebastián. La marquesina (1881) fue realizada en los talleres de Gustave Eiffel.


Otro hecho de trascendental importancia para el auge turístico de San Sebastián fue la mejora de los transportes. La línea Norte del ferrocarril fue inaugurada en San Sebastián en el mes de agosto de 1864 por el rey consorte Francisco de Asís. A partir de este momento se establecería una conexión permanente con la Corte, lo que facilitaría la presencia de estos vips en San Sebastián, como de hecho sucedió.

Fue en el último cuarto del siglo XIX, después del fin de las Guerras Carlistas, cuando San Sebastián se convirtió definitivamente en la capital del turismo español. El contar con la presencia de la familia real en San Sebastián se consideró trascendental para la consolidación de la ciudad como producto turístico. Hay que recordar que la Reina Isabel II veraneó en el Palacio de Ayete los años 1883, 1884 y 1886. Fue finalmente la propia reina María Cristina, asidua veraneante en San Sebastián desde 1887, la que decidió construir su propio palacio en la playa de La Concha, el Palacio de Miramar. La presencia de María Cristina y de los demás miembros de la familia real, así como de su séquito y del resto de la Corte, supuso la verdadera consolidación de San Sebastián como producto turístico.


Palacio de Miramar. En este caso la fachada que mira a tierra.

La siguiente dedicatoria, incluida en “Crónicas de San Sebastián”, recogida en el libro “Guía del Viajero” de San Sebastián (Susaeta Ediciones S.A. 1990) resume a la perfección lo que San Sebastián debe a María Cristina de Habsburgo-Lorena:

Dedicamos nuestro recuerdo a la reina regente, la egregia figura que eligió nuestro contorno para veraneo, dando con ello el espaldarazo a la ciudad que entonces se despertaba. Con ella Donosti adquirió rápidamente un sello de distinción que atraería a todo un mundo aristocrático, artístico y literario. En reconocimiento, San Sebastián la nombró Alcaldesa Honoraria el veintiséis de febrero de mil novecientos veintiséis. Nuestra ciudad le debe eterno agradecimiento.”

Los principales edificios y palacios de San Sebastián, los más representativos de la ciudad en la actualidad, se construyeron a partir de la llegada de la familia real española y la consolidación como destino turístico de San Sebastián. Fue el periodo conocido como “La Belle Epoque”, que se extendió con carácter general en Europa desde el año 1871 hasta el comienzo de la I Guerra mundial en 1914 y que se amplió en San Sebastián hasta 1936, fecha del comienzo de la Guerra Civil, al mantenerse España al margen de la contienda mundial.
 

Gran Casino, ahora el Ayuntamiento de San Sebastián.

Entre las construcciones que se realizaron en esta época cabe destacar el Palacio de la Diputación (1890); el Palacio de Miramar (1893); El Gran Casino, actual Ayuntamiento (1897); la Catedral del Buen Pastor (1897); El Puente de María Cristina (1905); y el Teatro Victoria Eugenia, el Hotel María Cristina, La Perla y el Funicular del Monte Igueldo (1912).

Desde luego, no cabe la menor duda de que San Sebastián le debe “eterno agradecimiento” a la monarquía española, sin la cual hubiera sido muy difícil llegar a tener el prestigio nacional e internacional que hoy tiene.


Hotel María Cristina (izq.) y Teatro Victoria Eugenia.


domingo, 15 de septiembre de 2019

Parques y jardines de San Sebastián


San Sebastián no es solo la Bahía de La Concha o la playa de Gros (Zurriola), su fachada marítima; también tiene unos hermosos parques en su interior que es obligado visitar para tener una visión más completa y equilibrada de la ciudad. Los parques que yo considero imprescindibles de visitar en Donostia, aunque en este caso prefiero llamarlos jardines históricos, son: El Parque de Cristina Enea y el Parque de Ayete (Aiete).

Para finalizar la entrada haré una breve referencia a algunos jardines de San Sebastián que considero dignos de destacar y de visitar, como son los jardines de Alderdi Eder y Ondarreta en el Paseo de La Concha, y sobre todo el jardín de la Plaza de Guipuzcoa. No incluyo en esta entrada el jardín del Palacio de Miramar, por haberlo incluido en la entrada sobre “Lo imprescindible de San Sebastián”; pero, desde luego, de no ser por ese motivo tendría un lugar destacado en esta entrada.

- El Parque de Cristina-Enea.

Este magnífico parque está situado en el barrio de Egia, no muy alejado del centro, sobre una colina situada en el interior del último meandro del río Urumea antes de llegar al mar. Tiene una superficie en la actualidad de 94.960 m2 y su origen hay que buscarlo en la cesión a la ciudad de San Sebastián de la finca llamada Cristina-Enea que hizo a su muerte, en 1917, D. Fermín de Lasala y Collado, Duque consorte de Mandas. La cesión real y su aceptación por la ciudad se produjo en 1926.


Entrada principal del Parque Cristina Enea.

El nombre del parque se debe a su mujer, D.ª Cristina Brunetti y Gayoso de los Cobos, Duquesa de Mandas y Villanueva, y Condesa de Belalcázar. La primera de las condiciones que puso el Conde de Mandas a la ciudad de San Sebastián para la cesión fue que nunca se cambiara el nombre de la finca, Cristina-Enea ("de Cristina" en vasco); la segunda que se usara exclusivamente para el paseo público. Otras de las condiciones que puso el Duque de Mandas fueron que el jardín debía cerrarse al anochecer y que en el mismo no se podrían practicar juegos, como por ejemplo de pelota, y hacer comidas o meriendas. Vamos, un visionario.

Vista parcial del pequeño estanque.

El parque consta de un Palacete, una capilla y un pequeño estanque (780 m2) situados en lo alto de la colina, rodeados de unos magníficos jardines diseñados en estilo inglés por Pierre Ducasse y Perés, jardinero y paisajista de origen francés al que San Sebastián le debe agradecimiento eterno. También diseñó, entre otros, los jardines de la Plaza de Guipuzcoa, los de Alderdi Eder y los de los Palacios de Miramar y de Ayete. ¡ Casi nada !


Palacio de Cristina Enea

Cristina-Enea es un parque que contiene una gran biodiversidad. Su flora y fauna es muy variada, destacando 66 especies distintas de aves, 88 tipos de hongos y 180 especies distintas de árboles y arbustos, además de diversas especies de mamíferos, reptiles y anfibios. Entre los árboles destacan, sobre todo, un ejemplar protegido de cedro del Líbano y entre la fauna la imagen más representativa del parque es el Pavo Real. Un tranquilo paseo por su gran red de empinados y sinuosos caminos es un placer para los sentidos a la que no debes renunciar en tu visita a San Sebastián.


El magnífico ejemplar de cedro del Líbano.


 - El Parque de Ayete (Aiete).

El Parque de Ayete se encuentra situado sobre una de las colinas que cierra por el sur la ciudad de San Sebastián. Tiene una superficie en la actualidad de 80.777 m2 y está formado por el Palacio y los jardines que lo circundan. Fue la residencia de verano de los Duques de Bailén y sus sucesores desde el año 1878. Los jardines fueron diseñados, como anteriormente se ha dicho, por el paisajista y jardinero Pierre Ducasse.


Fachada principal del Palacio de Ayete.


En el Palacio de Ayete también veranearon o pernoctaron, en diversos momentos de su historia, la Reina Isabel II (veranos de 1883, 1884 y 1886), la Reina María Cristina (veranos de 1887 a 1890), Alfonso XII (el 22 de febrero de 1870 y el día 5 de septiembre de 1883) y la Reina Victoria Eugenia del Reino Unido (27 de mayo de 1889).


Columna rematada con la corona real que conmemora la estancia de la Reina 
Victoria I de Inglaterra y otros miembros de la realeza española en Ayete.


El Ayuntamiento Donostiarra compró la finca en 1940 a los Condes de Casa Valencia, sus entonces propietarios, para ofrecérsela al Jefe del Estado, D. Francisco Franco; que veraneó en el Palacio de Ayete todos los meses de agosto desde esa fecha hasta poco antes de su muerte en 1973.

Fue declarado por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco como Bien Cultural Calificado con la categoría de Conjunto Monumental en 2006 y actualmente el Palacio es sede de la Casa de la Paz y de los Derechos humanos y en sus jardines se ha construido el Centro Cultural Aiete, inaugurado en 2010, que está situado en un edificio de nueva planta, semienterrado, situado en la parte trasera del Palacio.


Como se puede observar, el "hipogeo" se integra perfectamente en el jardín histórico.


A pesar de que sus arquitectos opinan que el centro cultural se mimetiza y se integra en el entorno, “dando la sensación de que siempre ha estado allí”; en mi opinión, al igual que sucede con el Kursaal, esta construcción, dicho en román paladino, “no pega ni con cola” en un jardín histórico con más de 130 años de historia en la fecha de construcción de este centro cultural. No soy el único que opina así. Por ejemplo, Ignacio Javier Larrañaga Urain, Ingeniero Técnico Agrícola, en un artículo publicado en la revista Akobe (restauración y conservación de bienes culturales), titulado "La protección de los jardines históricos", es de la misma opinión. El Jardín del Palacio de Ayete de San Sebastián” opinaba, antes de su inminente construcción, que:

 “se dará la insólita circunstancia de que, un jardín histórico tan significativo y recientemente declarado Conjunto Monumental, va a albergar una construcción soterrada a modo de bunker, ajena totalmente al espíritu y a la poética de un jardín paisajista del siglo XIX, convirtiéndose el jardín en un mero solar inmobiliario, o en un simple espacio verde donde construir”. 

Esta edificación, a mi juicio, es una muestra de falta de sensibilidad y de respeto hacia un jardín monumental como este.


El "crómlech" del Palacio de Ayete.

No ha sido esta la única agresión que se ha realizado a este jardín histórico; a modo de ejemplo, hay más, justo al lado del “bunker” se ha colocado, en sintonía con la nueva función del Palacio de Ayete como Casa de la Paz y de los Derechos humanos, una ¿escultura?, espacio, instalación artística, estructura megalítica, obra, llamada “Eskubideen Gunea”, un espacio pedagógico sobre la Declaración Universal de Derechos Humanos compuesto por 31 paneles metálicos de color blanco (uno por cada uno de los artículos de la Declaración de Derechos Humanos y otra por el prólogo), diseñados a modo de libro abierto con distintos ángulos de apertura, como si se tratara de un ¡¡¡crómlech!!! Según el autor del proyecto, vista desde la distancia, la obra se contempla como una instalación opaca, como un pequeño hito en medio del parque, pero según se vaya acercando el paseante podrá leer una serie de palabras gracias al troquelado sobre el metal, lo que proporcionará conceptos clave que se desprenden de los artículos de la Declaración, escritos en diferentes idiomas y abecedarios. Palabras como «libertad», «igualdad», «vida», «seguridad», «justicia», «intimidad», «conciencia», «expresión» o «bienestar» serán algunos de ellos. A una escala menor, una vez se esté al lado de la escultura, se podrá leer en cada panel un artículo de la Declaración Universal de Derechos Humanos escrito en 4 idiomas (euskera, castellano, inglés y francés). Sin comentarios.

Dejando aparte esta controversia, el parque es precioso y, desde luego, merece la pena conocerlo, pasear por sus caminos y disfrutar de sus encantos.


- El Jardín de la Plaza de Guipuzcoa.

El filósofo e intelectual Fernando Savater ha definido acertadamente como “bonsai urbano” a este pequeño jardín. A pesar de sus reducidas dimensiones contiene innumerables detalles, caprichos diría yo, que hacen de la visita y contemplación de este jardín una actividad más que interesante.

Es un jardín de corte romántico-inglés que pretende recrear la naturaleza en medio de la ciudad. En su interior, además de una gran variedad de árboles, arbustos y plantas, destaca un pequeño estanque, atravesado por un bonito puente, que separa una zona de rocalla en la que hay una diminuta cascada, de otra zona donde viven patos y cisnes.
Mesa horaria y templete meteorológico en los Jardines de la Plaza de Guipuzcoa.


Entre los “caprichos” que contiene el jardín hay que destacar un templete meteorológico que contiene una columna meteorológica dotada de un barómetro, un termómetro y un higrómetro, además de ofrecer diversos datos meteorológicos y geográficos de la ciudad;  una mesa horaria de mármol blanco (1879) que marca las diferencias horarias de San Sebastián con diversas capitales del mundo, ambos obra del donostiarra José Otamendi, profesor, geógrafo y gran aficionado a la astronomía; y el monumento al músico donostiarra José María Usandizaga.


- Los jardines de Alderdi Eder y Ondarreta.

Cada uno en un extremo del Paseo de la Concha, ambos jardines son del tipo francés. Se caracterizan por estar organizados a base de parterres geométricos, rodeados, por lo general, de lo que erróneamente aún siguen llamando algunos donostiarras “tamarindos”.


Tarays en los Jardines de Alderdi Eder con el Ayuntamiento y el Sagrado Corazón al fonfo.


Los pequeños arbolillos, de hoja caduca, son en realidad tarays (tarajes) de la especie Tamarix Ramosissima Ledeb (“Tamarix pentandra Pall.”). Fueron introducidos en el año 1885 por Pierre Ducasse, debido a su resistencia a los vientos marinos y su buena adaptación a la Bahía de la Concha. Con el tiempo estos arbolillos se han convertido en un símbolo de San Sebastián, estando protegidos por el plan general urbano.


Tarays en los Jardines de Ondarreta.





viernes, 5 de julio de 2019

De pintxos por San Sebastián



San Sebastián es una de las ciudades del mundo que tiene más restaurantes con estrellas Michelín. En la propia ciudad y alrededores hay 11 restaurantes que suman 18 estrellas Michelín. Tiene nada menos que 3 restaurantes con tres estrellas (Arzak, Akelarre y Martín Berasategui – Lasarte-), 1 con dos y 7 con una estrella Michelín.

San Sebastián es un emporio gastronómico con innumerables restaurantes de primer nivel; pero no es de estos magníficos restaurantes de los quiero hablar en esta entrada. Al igual que dije en la entrada dedicada a Comer en Bilbao, con independencia de disfrutar de una magnífica comida o cena cómodamente sentados en un buen restaurante, lo suyo en Donosti/a es ir de pintxos/tapas.
Antes de continuar creo que, para ir de pintxos, conocer el significado de ciertos términos facilitará mucho las cosas:

- Pote/Poteo: Un pote es una cantidad pequeña de vino o de cerveza. Potear o poteo en San Sebastián es ir de bar en bar con los amigos (cuadrilla) tomando potes acompañados de pintxos y tapas. Traducido al castellano sería ir de tapeo, tapear. 
- Txikito/Txikiteo: Un txiquito es un vaso corto de vino tinto. Es un vaso especial en el que se sirve vino corriente. Txiquiteo sería ir de txiquitos, de vinos. En la actualidad el vino normalmente se toma en copas.
- Zurito: Es un vaso bajo de cerveza. Sería el equivalente a media caña, lo que en Murcia antiguamente se llamaba un “bolito”. Es el equivalente en cerveza al txikito, un trago corto que permite ir a varios bares sin emborracharse.

- Txacolí: Vino típico del País Vasco. Es un vino blanco joven, afrutado, con cierta acidez y con algo de carbónico natural. Desde luego en Donosti hay que pedir un txacolí de Guetaria, población costera cercana a San Sebastián, cuna de este tipo de vino blanco.


Barra de pinchos en el "Gorriti".


- Pintxos y tapas/media ración. (fríos y calientes).

Para empezar, me gustaría intentar definir qué es un pintxo y qué es una tapa y establecer cuáles son sus diferencias. Un pintxo se compone, normalmente, de una rebanada de pan sobre la que se coloca una pequeña porción de comida, que van atravesadas por un palillo (pincho). Los pintxos pueden ser fríos, en este caso se cogen directamente en la barra, o calientes, en este caso hay que pedirloso pueden ser ofrecidos cuando salen. Por su parte, una tapa también es una pequeña porción de comida, normalmente mayor que un pintxo, que se sirve en pequeños platos y que necesita de cubiertos para su consumo. Aunque la mayoría de los bares parecen solamente barras de pintxos, muchos suelen tener también tapas, que se anuncian en carteles o pizarras. Actualmente, tanto los pintxos como las tapas que se sirven son cada vez más sofisticados; alta cocina en miniatura.


No todo son pinchos en San Sebastián. Bar Gorriti. 

Para comer pintxos, antes lo normal era coger un plato que está disponible en la barra y depositar sobre él los que te gusten. Luego se contaban los palillos y se hacía la cuenta. Ahora es tal la variedad de formas que pueden adoptar los pintxos y las tapas que depende del bar en el que entres.

- El pintxo-pote.

Es un fenómeno relativamente reciente, no más de una década. Fue una idea de ciertos empresarios para atraer clientes. Una forma de abaratar el salir de poteo en días y horarios concretos. Es los días en que se celebra tomar un pintxo y un pote (bebida) cuesta más barato. Es una costumbre que comenzó en el barrio de Amara y se ha extendido a todos los barrios de San Sebastián, especialmente al barrio de Gros.

No todos los bares de una zona/barrio hacen pintxo-pote y tampoco tienen porqué hacerlo el mismo día. Normalmente los días en los que hay pintxo-pote son entre semana, preferentemente el jueves, aunque varía por zonas, y el horario entre las 19 y las 22:30 horas.

En el pintxo-pote no es oro todo lo que reluce y hay que estar muy atentos. Una cosa es atraer clientela con buena calidad y bajos precios, y otra dar una calidad ínfima en los pintxos y en la bebida a precios bajos, que es lo que viene sucediendo en muchos sitios últimamente.

- Cualquier zona/barrio (Antiguo, Amara, Centro), tiene bares y tabernas estupendas, pero para mí las mejores zonas para ir de pintxos son, en primer lugar la Parte Vieja de San Sebastián y dentro de ella las calles “Fermín Calbetón” y “31 de Agosto”; y en segundo lugar el barrio de Gros.


- Los sitios que más me gustan para ir a tomar pintxos/tapas en Donosti y que os recomiendo que no dejéis de visitar son:

1.) En la Parte Vieja.- 

Mi bar preferido en la Parte Vieja de San Sebastián es el BordaBerri; su apellido "Aki se guisa" es toda una declaración de intenciones. Está situado en la calle Fermín Calbetón y tiene la particularidad de que aunque también sirven pintxos, estos no están preparados. Su especialidad son las medias raciones y raciones, plenas de sofisticación. La carta es variada y exquisita; los precios en consonancia con la calidad de los platos, entre 3,20 y 4,20 euros. Si hay que elegir, yo no dejaría de probar el “rissoto de idiazábal” y el “Kebab de costilla de cerdo”, geniales.




Junto al Borda Berri, está otro de los grandes de la Parte Vieja, que también os recomiendo visitar, el Bar Sport. Su barra de pintxos es de las más coloridas e interesantes de San Sebastián. Hay consenso en que su pintxo estrella es el de foie.




El Gorriti es otro de mis preferidos. Está situado junto al Mercado de La Bretxa. Es el bar más antiguo (1921) de la Parte Vieja, con casi un siglo de antigüedad. Un clásico que sigue vigente. Es un bar de pintxos, fríos y calientes, mini bocadillos (minis), bocadillos, croquetas y tortillas, muy popular entre los vecinos y los trabajadores de la zona, en el que te puedes encontrar también multitud de turistas. Es un bar muy pequeño en el que suele haber más gente fuera que dentro. No obstante siempre encuentras un sitio. El trato es muy cercano y el ambiente genial. Tiene una gran variedad de pintxos y muy originales. Es un buen sitio para tomar una Gilda (guindillas–piparras-, aceitunas y anchoas), uno de los pinchos estrella de San Sebastián y del País Vasco. No dejes de probar las gambas en gabardina, lo que en Murcia llamamos caballitos; deliciosas.




Por último, no estaría completo un buen poteo por la Parte Vieja sin tomar un buen postre. El mejor y el más famoso es la tarta de queso del Bar-Restaurante La Viña, en la calle 31 de Agosto. Deliciosa. No puedes dejar de probarla.



2.) En el barrio de Gros.-

Sin lugar a dudas uno de los sitios imprescindibles de San Sebastián es La Bodega Donostiarra, en la calle Peña y Goñi, muy cerca del Kursaal. Otro clásico (1924) con casi un siglo de antigüedad. Su especialidad son los pintxos fríos y calientes, las raciones y ½ raciones, los “minis” (medio bocadillo) y bocadillos enteros, y otra gran especialidad son las pequeñas tortillas hechas al momento.

En el exterior tiene una gran terraza cubierta, bien acondicionada; y en el interior, aparte de la barra, tiene una zona al principio de bancos corridos, para compartir, y al fondo unas cuantas mesas reservadas para comer de una manera más formal. Normalmente está todo ocupado, pero son muy diligentes, te toman el nombre y antes de lo que te esperas ya estás sentado. El servicio es rápido y eficaz. Hay una chica muy eficiente que lo controla todo de maravilla.



Para mí, la gran estrella de la Bodega Donostiarra es el mini completo” con guindillas, bonito y anchoas; un mini bocadillo con un sabor insuperable. No intentes hacerlo por tu cuenta en casa, parece sencillo pero nunca te saldrá igual. El Brownie de chocolate está genial.

jueves, 13 de junio de 2019

Barandillas, esculturas y otros iconos de San Sebastián


La Isla de Santa Clara. Bahía de San Sebastián.

San Sebastián es una ciudad que ha generado a lo largo del tiempo numerosas figuras icónicas, entre las que cabe destacar, por ejemplo, la barandilla del paseo de La Concha o el Peine del Viento. Esta entrada pretende ser una ayuda para conocer más en profundidad estos y otros símbolos representativos de Donostia, una de las ciudades turísticas más bellas de España.


- La barandilla del Paseo de La Concha y otras barandillas de San Sebastián.

Sin duda, uno de los símbolos más reconocidos y admirados de San Sebastián es la barandilla del Paseo de La Concha. Es muy difícil de entender cómo una barandilla puede llegar a convertirse en el icono más reconocible de una ciudad, pero esto ha sucedido y es una realidad innegable.


El icono más representativo de la ciudad de Sansebastián, la barandilla de La Concha.

La famosa barandilla fue inaugurada por el rey Alfonso XIII en 1916 y desde entonces, más de un siglo la contempla, acompaña a los donostiarras y a sus visitantes en sus paseos por la Bahía de La Concha.

Esta nueva barandilla sustituyó a una anterior de 1895, que a mí particularmente me encanta, que hoy puede admirarse en varios lugares de la ciudad. El diseño de la antigua barandilla es muy sencillo, su elegancia reside en el pedestal de piedra y la copa metálica que descansa encima, que hacen de nexo de unión entre cada uno de los tramos de la barandilla.


La antigua barandilla, con su color original, en el Paseo de Miraconcha.

El trozo más largo que se conserva, de unos 400 metros, se encuentra en el Paseo del Urumea, en la margen derecha del río, entre los puentes de Santa Catalina y de María Cristina. La barandilla en este tramo está pintada de color blanco. Otro trozo de esta antigua barandilla, de unos 170 metros de longitud, en este caso pintada de verde, se encuentra entre el Palacio de Miramar y el Paseo de Miraconcha, en este caso muy cerca de su lugar original. Por último, en la zona del puerto, justo pegado al Monte Urgull, hay un pequeño y tranquilo paseo, con unas magníficas vistas, el Paseo de los Curas, que conecta la zona alta del Aquarium y de las casitas de pescadores junto al puerto con la Parte Vieja de San Sebastián, paralelo al Paseo del Muelle. En él se pueden ver numerosas copas, en este caso sin barandilla y sin el típico pedestal de piedra, también pintadas de verde, decorando las separaciones entre los bancos de obra que adornan este bello paseo, que os recomiendo no dejéis de visitar.


Trozo de la antigua barandilla en el Paseo del Urumea. En este caso pintada de blanco.

La actual barandilla, la famosa, fue diseñada en el año 1910 por el arquitecto municipal Juan Rafael Alday, tiene pues más de un siglo, y fue puesta con ocasión de las obras de remodelación total del Paseo de La Concha que se realizaron entre 1908 y 1911: voladizo, barandilla, relojes y farolas, todos ellos diseñados por este arquitecto. Sin embargo, no sería hasta unos años más tarde, concretamente en 1916, cuando el rey Alfonso XIII la inaugurase de manera oficial. La barandilla tiene dos círculos concéntricos, adornados con ramas de laurel y coronados con una flor.

Esta magnífica barandilla se encuentra ubicada únicamente en los jardines de Alberdi Eder, a partir del Club Náutico, y en el Paseo de La Concha. También en los pequeños miradores que hay a lo largo del Paseo de Miraconcha. La barandilla que hay alrededor de la antigua Caseta Real, tiene un diseño parecido pero diferente al del resto del Paseo de La Concha.


Uno de los miradores del Paseo de Miraconcha con la barandilla de La Concha.

La barandilla, lógicamente, no era eterna y tras una restauración que se produjo en 1999 para reparar los tramos rotos y oxidados; en 2017, respetando el diseño original de 1910, se inició la instalación de una nueva barandilla que sustituyera a la anterior, proceso que ha venido realizándose por fases y que hoy (2019) todavía no ha terminado. La minuciosidad de la réplica llega incluso a reproducir los 'errores' de aquella primera instalación. La unidad que originalmente, por error, se instaló al revés, se fabricó girada para que se mantuviera su imagen tal y como está ahora. No ocurrió lo mismo en 1999, cuando la renovación acabó con una de las dos piezas colocadas con la roseta central mirando hacia el mar.

Este es un hecho curioso que merece la pena destacar: la bonita historia de los trozos de barandilla puestos al revés. En la actualidad solo existe un trozo de la barandilla que tiene la flor mirando al mar, en recuerdo de aquellos tramos “defectuosos” que se fabricaron al revés. Yo, desde luego, no voy a desvelar el sitio donde se encuentra este trozo de barandilla con la flor mirando al mar, me parecería una canallada quitaros el placer de encontrarla por vosotros mismos y eso no me lo perdonaría nunca.


         El famoso trozo de barandilla con la flor al revés, mirando al mar.


En 2018 el Ayuntamiento de San Sebastián puso a la venta 180 metros de barandilla retirados entre el balneario de ‘La Perla’ y el Hotel Londres. Los 225 trozos de la barandilla retirada, de unos 80 centímetros cada uno, fueron sorteados al precio de 145 euros cada uno entre los más de 7.000 ciudadanos nacidos y empadronados en San Sebastián que participaron en el sorteo.

La barandilla de La Concha aparece con el grado F de protección junto a las de barandillas del Paseo de Salamanca, República Argentina, Ramón María Lilí y Paseo de los Fueros. La protección abarca a la barandilla y a los elementos intercalados (las pilastras) entre los diferentes tramos y se refiere «a los modelos originales de todas esas barandillas, cualquiera que sea su emplazamiento en la ciudad.


Esta barandilla ocupa toda la margen izquierda del río Urumea, desde su desembocadura hasta el Puente
de María Cristina.También el margen derecho del río entre los puentes del Kursaal y Santa Catalina.

Otras barandillas, no tan famosas, pero de una belleza indudable, son, por ejemplo, la que se encuentra en el Parque de Atracciones del Igueldo. Desde luego, se puede decir sin temor a equivocarse que las barandillas más bonitas de España y del Mundo se encuentran en la ciudad de San Sebastián.


La barandilla del Parque de Atracciones del Igueldo es también espectacular.


- El Peine del Viento – Eduardo Chillida.

Nacido en San Sebastián, Eduardo Chillida Juantegui (1924 – 2002) es el autor del grupo de esculturas, tres, llamado el “Peine del Viento”, que constituye otro de los grandes iconos de la ciudad de San Sebastián. El grupo de esculturas está situado al final del Paseo del Tenis, en la actualidad Paseo Eduardo Chillida, en el extremo que cierra la Bahía de La Concha por el Oeste. Fue inaugurada el día 3 de septiembre de 1977.


Otro de los iconos de San Sebastián, el "Peine del viento".


Chillida fue un escultor abstracto de talla mundial, para algunos el mejor escultor español de la segunda mitad del siglo XX, que en sus inicios usaba preferentemente el hierro como material de trabajo, aunque también utilizó profusamente otros materiales como el acero, la madera, el alabastro o el hormigón. La instalación del grupo escultórico fue una compleja obra de ingeniería, por su situación y por el peso de cada una de las esculturas (10 Tm). El material elegido fue el “acero corten” para resistir al paso del tiempo y la fuerte erosión del mar y del viento.




Reproduzco a continuación, por su gran belleza, una magnífica descripción de la obra que he encontrado en internet:

 “El Peine del Viento se presenta como un conjunto monumental de tres sólidas formas de acero poderosamente aferradas a las rocas que se abren como garras y desafían las leyes de la naturaleza. Las dos primeras, ubicadas sobre el mismo estrato geológico, y enfrentadas horizontalmente mantienen un constante diálogo, fruto de la unión del pasado y el presente. La tercera, erguida verticalmente en el horizonte, interroga al futuro desconocido. Tres elementos marcan y limitan el lugar, construyen un espacio sagrado que conecta al hombre consigo mismo y con el cosmos, un lugar de encuentros entre el ser humano y la naturaleza”.

El Peine del Viento no es la única obra de Eduardo Chillida en la Bahía de La Concha. Hay otras dos pequeñas esculturas no muy lejos de allí. La más cercana se encuentra en el Pico del Loro, debajo del Palacio de Miramar; se trata de una pequeña escultura de acero llamada el “Abrazo”, dedicada a su amigo el pintor donostiarra Rafael Ruiz Balerdi, que simboliza el abrazo a un amigo, la reconciliación y el entendimiento.


"Abrazo"

La otra escultura de Chillida que mira a la Bahía de La Concha está situada muy cerca de la anterior, en el llamado Balcón del Bicentenario, en pleno Paseo de La Concha. Se llama “Monumento a Fleming” y es un homenaje al inventor de la penicilina, Alexander Fleming. En este caso el material utilizado fue el granito.

"Monumento a Flemming"


- La Escultura del Sagrado Corazón de Jesús (Monte Urgull).

El monumento del Sagrado Corazón de Jesús que está en lo alto del monte Urgull es también relativamente reciente, fue levantado en 1950 por suscripción popular y se ha convertido en un elemento representativo e indispensable del paisaje de la ciudad y más concretamente de la Bahía de La Concha. No se puede comparar con el Cristo del Corcovado de Río de Janeiro, con el que, no obstante tiene ciertas semejanzas, pero, desde luego se ha convertido en una de las imágenes icónicas de la ciudad.


Jardines de Alderdi Eder con la Estatua del sagrado Corazón al fondo.

La estatua del Sagrado Corazón de Jesús representa la imagen de Jesús con el brazo derecho bendiciendo la ciudad y el izquierdo pegado al cuerpo señalando el Corazón. La estatua, que tiene una altura de 12,5 metros, descansa sobre una peana octogonal de 2,5 metros de alto que descansa sobre una pirámide truncada de una altura de 13,6 metros. Por último todo el conjunto descansa sobre una base con una escalinata de acceso. En total, este colosal monumento, tiene una altura cercana a los 30 metros.


Estatua del Sagrado Corazón en lo alto del Monte Urgull.

  
- Las Fuentes de Wallace.

Otro objeto curioso que tiene la ciudad de San Sebastián, este menos conocido y sin el carácter icónico de los anteriores, son las fuentes Wallace. Detrás de ellas hay una bonita historia; aunque en la actualidad no tienen su antigua función de fuente, parecen simples esculturas en un jardín, y pasan prácticamente desapercibidas.

La fuente fue una idea del filántropo inglés Richard Wallace para dar gratuitamente agua potable a los parisinos, muy afectados por la guerra de 1870. Se hicieron famosas en la Exposición Universal de París en 1889, la de la Torre de Eiffel, lo que hizo que numerosas ciudades del mundo quisieran tener este tipo de fuente. Tres de ellas, están en San Sebastián; no podía ser de otra forma teniendo en cuenta las conexiones existentes entre la capital francesa y Donostia.


Detalle una de una de las fuentes Wallace, con las cariátides sosteniendo la cúpula.


En un principio las tres fuentes públicas estaban ubicadas en el Paseo de la Concha; luego, al igual que sucedió con la antigua barandilla, las trasladaron al Paseo de Francia, junto al Urumea, donde hoy pueden admirarse en el jardín que está junto al río, muy cerca de la barandilla que las acompañaba en su sitio original. Las tres fuentes Wallace de San Sebastián están pintadas de blanco, sin embargo las originales, por ejemplo en París, tienen un color verde obscuro.



Vista completa de una de las tres fuentes Wallace que hay en San sebastián.

Son de hierro forjado y representan cuatro cariátides (virtudes) sosteniendo sobre su cabeza una pequeña cúpula con cuatro peces, de la que manaba agua que se podía beber gracias a un vaso de hierro que pendía de una cadena. Cada una de las figuras (cariátides), aunque no lo parezca, son diferentes entre sí y representan una virtud: la Bondad y la Caridad, con los ojos abiertos, y la Simplicidad y la Sobriedad, con los ojos cerrados; que a su vez representan las cuatro estaciones del año: invierno, verano, primavera y otoño respectivamente.