La Península del Morrazo es la gran
desconocida de las Rías Baixas. Situada entre la turística ría de Pontevedra y
la de Vigo, pasa casi desapercibida. Sin embargo, como podremos comprobar en la
presente entrada es un zona con lugares paradisíacos y paisajes que nunca
olvidaréis. La visita al Cruceiro de Hío es la guinda de este hermoso pastel.
En esta ocasión, aprovecho la visita a Hío
para introducir un pequeño espacio con información sobre una de las
manifestaciones más importantes de la cultura popular gallega: los cruceiros.
En el recorrido que os propongo por la
Península del/do Morrazo, como casi siempre por
lugares alejados del mundanal ruido donde predominan los paisajes naturales, centraré
la visita en los siguientes lugares:
1. El Cabo Udra (B).
2. El Cruceiro de Hío (C).
3. El Cabo Home (D).
4. Cangas do Morrazo: un lugar para comer (E).
·
Para
conocer la Península do Morrazo, el recorrido se puede iniciar,
indistintamente, por la ría de Pontevedra o por la de Vigo, según convenga. La
ruta que propongo es la siguiente:
1.) El Cabo Udra.
Partimos
en esta ocasión de la zona de Pontevedra y tras pasar por Marín (A), conocida en el
resto de España por ser la sede de la Escuela Naval Militar, nos dirigimos por
la costa meridional de la Ría de Pontevedra, disfrutando de sus magníficos
paisajes, hasta Bueu. Desde allí, hay que seguir la carretera comarcal PO315
hasta tomar el desvío en dirección al
Cabo Udra – Playas de Ancoradoiro, Mourisca y Tuia, por la carretera local
EP1302, hasta el final del asfalto. Este es un buen lugar para dejar el coche, junto
a una zona merendero con barbacoas y mesas de granito.
Se
puede continuar en coche, o caminando, por una pista de tierra hasta el Aula de
la Naturaleza que hay junto al Cabo Udra; pero lo suyo es dar un paseo a pie
hasta las cercanas playas de Ancoradouro
o la Mourisca, o seguir alguna de
las sendas claramente marcadas que parten a la izquierda del aparcamiento que
hay al inicio del camino de tierra, que nos llevarán hasta el Cabo Udra y el Aula de la Naturaleza, disfrutando de
las magníficas vistas que hay de la costa, de la isla de Ons y de la ría de
Pontevedra.
2.) El cruceiro de
Hío.
Después de visitar el espacio natural del
cabo Udra, hay que volver hasta el cruce con la carretera comarcal
PO315 y seguir en dirección a Cangas hasta el cruce en dirección a O Hío.
Al fondo la Iglesia de San Andrés y en primer plano el famoso Cruceiro de Hío. |
Es, sin duda, el cruceiro más espectacular
de Galicia. Una pieza única. Se encuentra en el atrio de la iglesia de la
Parroquia de Hío (Cangas) y merece una visita reposada y tranquila. Nosotros admiramos
el cruceiro mientras leíamos una descripción detallada del mismo. Es la mejor
manera de apreciar toda su belleza y la multitud de detalles que contiene.
La principal característica del cruceiro,
dejando aparte su belleza artística, es que sus diferentes partes están construidas de una sola pieza,
con algún añadido. Su escultor fue el maestro D. José Cerviño y se terminó en
el año 1872. En él se pueden ver imágenes de diversas escenas bíblicas, desde
la creación hasta el descenso de Cristo de la Cruz.
El cruceiro está compuesto de una
plataforma octogonal con tres escalones sobre la que reposa una gran basa o
pedestal, con forma de altar. Sobre este se alza el fuste, que tiene en la base
una hornacina desde la que parte el “varal”, con esculturas como la de la
expulsión del paraíso de Adán y Eva. La parte culminante es la Cruz, en la que
se representa el descendimiento de Cristo crucificado.
Los cruceiros. Son cruces monumentales
de piedra, compuestas de gradas, basa, fuste, capitel y cruz, erigidas como
expresión de la religiosidad popular. Son una manifestación de la cultura
gallega.
El material con el que
tradicionalmente se han construido estas obras es el granito, una piedra dura y difícil
de tallar, que aguanta bien la
intemperie. Estas obras de arte, construidas por canteros, son por lo general anónimas.
Aunque las primeras
referencias sobre la existencia de cruceiros datan de principios del siglo
XIII, no es hasta principios del siglo XV, tras el paso de San Vicente Ferrer
en peregrinación por Galicia camino de Bretaña, cuando se inicia su expansión
por las tierras gallegas; esta es la tesis mantenida por Castelao en su clásica
obra “As Cruces de pedra na Galizia”, publicada en 1950. El auge
definitivo se produciría en los siglos XVII y XVIII.
De los cruceiros que se
conservan, los más antiguos son el de Melide (s. XIV) y el de “Home Santo” en
Santiago de Compostela (s. XV); la gran mayoría de los que podemos ver en la
actualidad fueron erigidos en el siglo XX. Modernamente casi todos los
cruceiros que se hacen tienen como finalidad decorar fincas particulares.
Las partes o elementos
que constituyen un cruceiro, de abajo arriba, son las siguientes: 1.) La
plataforma; 2.) El pedestal; 3.) El fuste; 4.) El capitel; y 5.) La cruz.
1.) La PLATAFORMA.- Es la
parte inferior y está formada por varios escalones, normalmente tres aunque
pueden llegar hasta cuatro, sobre los que se levanta el cruceiro.
3.) El FUSTE.- También
llamado “varal”, es un elemento indispensable para diferenciar el cruceiro de
otro tipo de cruces. Es una pieza alargada que se incrusta en el centro del
pedestal y sobre la que descansa el capitel. Su longitud es variable y su forma
también varía, pudiendo tener sección octogonal, circular (lisa o estriada) o
cuadrada.
4.) El CAPITEL.- Se
encuentra entre la Cruz y el fuste, encajando en este último mediante una
espiga. No responden a una regla general y cada cantero los hacía a su gusto.
Adopta generalmente forma tronco-piramidal invertida y la decoración está
integrada por diferentes elementos ornamentales y simbólicos como vegetales, volutas siguiendo modelos clásicos, cabezas de
ángeles y hasta alusiones a la muerte como las calaveras.
5.) La CRUZ.- Es la
parte culminante y la más importante del cruceiro. En la parte frontal o
anverso de la cruz se sitúa, normalmente, el Cristo crucificado con la cabeza
inclinada hacia un lado, por lo general hacia el hombro derecho. En el otro
lado, el reverso, está destinado casi siempre a la Virgen María, que puede
estar en actitud gozosa, con el Niño o como Inmaculada con las manos juntas en
actitud de rezar; o en actitud dolorosa, como Virgen de Los Dolores con las
manos recogidas sobre el pecho y de una a siete espadas clavadas en su corazón,
o como Virgen de La Piedad, con su Hijo muerto en el regazo.
3.) El cabo Home.
Para dirigirnos al Cabo Home, siguiente parada en este recorrido
por la península del Morrazo, hay que salir de Hío en dirección a Donón por la carretera local EP-1006.
Al final de este pequeño pueblo, después de superar sus empinadas cuestas,
llegamos a un mirador, el Mirador de la
Caracola, en el que hay un pequeño aparcamiento y, lo más interesante, un
chiringuito con una magnífica terraza con impresionantes vistas del Cabo Home y
de las Islas Cíes.
En este caso, dadas las circunstancias (calor, hora del día), hice
una excepción y tomamos una cerveza, Estrella de Galicia, deliciosa. Todavía me
acuerdo de lo buena que estaba y del espectacular paisaje y la tranquilidad que
se disfruta en este lugar.
El camino asfaltado llega hasta aquí. Se puede continuar en coche en dirección al Cabo Home por
una pista de tierra de algo más de 2 kilómetros que llega hasta un aparcamiento próximo a la famosa playa de Melide. Desde aquí hay diversos senderos por los que se puede llegar a la
propia playa y a los tres faros que
hay en la zona: el de Punta Subrido,
el de Punta Robaleira y el del Cabo Home.
Playa de Nerga. Al fondo, en primer término la Punta Sobrido y su faro. Detrás las Islas Cíes. |
4.) Cangas del
Morrazo: un lugar para comer.
Comer, se puede comer en cualquier sitio y bien. Pero yo os
recomiendo, ya que las distancias son cortas, que hagáis un alto en el
recorrido cuando lo consideréis oportuno para visitar Cangas y comer allí. Luego, por la tarde, se puede continuar la visita y si hay oportunidad, acercaros a conocer las magníficas playas de Nerga y Barra, esta última nudista.
El sitio que os recomiendo en esta ocasión es el Restaurante Sol Poniente (C/ Antonio
Nores, 4 – Cangas de Morrazo). Es un
restaurante modesto, sin pretensiones, en el que se puede comer buen pescado y
buen marisco, bien cocinado, con una relación calidad precio excelente.
Nosotros comimos, como plato principal, una cazuela de rape con langostinos,
regada con un vino tinto de uva mencía
de Joaquín Rebolledo (DO Valdeorras); todo magnífico.
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