domingo, 15 de septiembre de 2019

Parques y jardines de San Sebastián


San Sebastián no es solo la Bahía de La Concha o la playa de Gros (Zurriola), su fachada marítima; también tiene unos hermosos parques en su interior que es obligado visitar para tener una visión más completa y equilibrada de la ciudad. Los parques que yo considero imprescindibles de visitar en Donostia, aunque en este caso prefiero llamarlos jardines históricos, son: El Parque de Cristina Enea y el Parque de Ayete (Aiete).

Para finalizar la entrada haré una breve referencia a algunos jardines de San Sebastián que considero dignos de destacar y de visitar, como son los jardines de Alderdi Eder y Ondarreta en el Paseo de La Concha, y sobre todo el jardín de la Plaza de Guipuzcoa. No incluyo en esta entrada el jardín del Palacio de Miramar, por haberlo incluido en la entrada sobre “Lo imprescindible de San Sebastián”; pero, desde luego, de no ser por ese motivo tendría un lugar destacado en esta entrada.

- El Parque de Cristina-Enea.

Este magnífico parque está situado en el barrio de Egia, no muy alejado del centro, sobre una colina situada en el interior del último meandro del río Urumea antes de llegar al mar. Tiene una superficie en la actualidad de 94.960 m2 y su origen hay que buscarlo en la cesión a la ciudad de San Sebastián de la finca llamada Cristina-Enea que hizo a su muerte, en 1917, D. Fermín de Lasala y Collado, Duque consorte de Mandas. La cesión real y su aceptación por la ciudad se produjo en 1926.


Entrada principal del Parque Cristina Enea.

El nombre del parque se debe a su mujer, D.ª Cristina Brunetti y Gayoso de los Cobos, Duquesa de Mandas y Villanueva, y Condesa de Belalcázar. La primera de las condiciones que puso el Conde de Mandas a la ciudad de San Sebastián para la cesión fue que nunca se cambiara el nombre de la finca, Cristina-Enea ("de Cristina" en vasco); la segunda que se usara exclusivamente para el paseo público. Otras de las condiciones que puso el Duque de Mandas fueron que el jardín debía cerrarse al anochecer y que en el mismo no se podrían practicar juegos, como por ejemplo de pelota, y hacer comidas o meriendas. Vamos, un visionario.

Vista parcial del pequeño estanque.

El parque consta de un Palacete, una capilla y un pequeño estanque (780 m2) situados en lo alto de la colina, rodeados de unos magníficos jardines diseñados en estilo inglés por Pierre Ducasse y Perés, jardinero y paisajista de origen francés al que San Sebastián le debe agradecimiento eterno. También diseñó, entre otros, los jardines de la Plaza de Guipuzcoa, los de Alderdi Eder y los de los Palacios de Miramar y de Ayete. ¡ Casi nada !


Palacio de Cristina Enea

Cristina-Enea es un parque que contiene una gran biodiversidad. Su flora y fauna es muy variada, destacando 66 especies distintas de aves, 88 tipos de hongos y 180 especies distintas de árboles y arbustos, además de diversas especies de mamíferos, reptiles y anfibios. Entre los árboles destacan, sobre todo, un ejemplar protegido de cedro del Líbano y entre la fauna la imagen más representativa del parque es el Pavo Real. Un tranquilo paseo por su gran red de empinados y sinuosos caminos es un placer para los sentidos a la que no debes renunciar en tu visita a San Sebastián.


El magnífico ejemplar de cedro del Líbano.


 - El Parque de Ayete (Aiete).

El Parque de Ayete se encuentra situado sobre una de las colinas que cierra por el sur la ciudad de San Sebastián. Tiene una superficie en la actualidad de 80.777 m2 y está formado por el Palacio y los jardines que lo circundan. Fue la residencia de verano de los Duques de Bailén y sus sucesores desde el año 1878. Los jardines fueron diseñados, como anteriormente se ha dicho, por el paisajista y jardinero Pierre Ducasse.


Fachada principal del Palacio de Ayete.


En el Palacio de Ayete también veranearon o pernoctaron, en diversos momentos de su historia, la Reina Isabel II (veranos de 1883, 1884 y 1886), la Reina María Cristina (veranos de 1887 a 1890), Alfonso XII (el 22 de febrero de 1870 y el día 5 de septiembre de 1883) y la Reina Victoria Eugenia del Reino Unido (27 de mayo de 1889).


Columna rematada con la corona real que conmemora la estancia de la Reina 
Victoria I de Inglaterra y otros miembros de la realeza española en Ayete.


El Ayuntamiento Donostiarra compró la finca en 1940 a los Condes de Casa Valencia, sus entonces propietarios, para ofrecérsela al Jefe del Estado, D. Francisco Franco; que veraneó en el Palacio de Ayete todos los meses de agosto desde esa fecha hasta poco antes de su muerte en 1973.

Fue declarado por el Departamento de Cultura del Gobierno Vasco como Bien Cultural Calificado con la categoría de Conjunto Monumental en 2006 y actualmente el Palacio es sede de la Casa de la Paz y de los Derechos humanos y en sus jardines se ha construido el Centro Cultural Aiete, inaugurado en 2010, que está situado en un edificio de nueva planta, semienterrado, situado en la parte trasera del Palacio.


Como se puede observar, el "hipogeo" se integra perfectamente en el jardín histórico.


A pesar de que sus arquitectos opinan que el centro cultural se mimetiza y se integra en el entorno, “dando la sensación de que siempre ha estado allí”; en mi opinión, al igual que sucede con el Kursaal, esta construcción, dicho en román paladino, “no pega ni con cola” en un jardín histórico con más de 130 años de historia en la fecha de construcción de este centro cultural. No soy el único que opina así. Por ejemplo, Ignacio Javier Larrañaga Urain, Ingeniero Técnico Agrícola, en un artículo publicado en la revista Akobe (restauración y conservación de bienes culturales), titulado "La protección de los jardines históricos", es de la misma opinión. El Jardín del Palacio de Ayete de San Sebastián” opinaba, antes de su inminente construcción, que:

 “se dará la insólita circunstancia de que, un jardín histórico tan significativo y recientemente declarado Conjunto Monumental, va a albergar una construcción soterrada a modo de bunker, ajena totalmente al espíritu y a la poética de un jardín paisajista del siglo XIX, convirtiéndose el jardín en un mero solar inmobiliario, o en un simple espacio verde donde construir”. 

Esta edificación, a mi juicio, es una muestra de falta de sensibilidad y de respeto hacia un jardín monumental como este.


El "crómlech" del Palacio de Ayete.

No ha sido esta la única agresión que se ha realizado a este jardín histórico; a modo de ejemplo, hay más, justo al lado del “bunker” se ha colocado, en sintonía con la nueva función del Palacio de Ayete como Casa de la Paz y de los Derechos humanos, una ¿escultura?, espacio, instalación artística, estructura megalítica, obra, llamada “Eskubideen Gunea”, un espacio pedagógico sobre la Declaración Universal de Derechos Humanos compuesto por 31 paneles metálicos de color blanco (uno por cada uno de los artículos de la Declaración de Derechos Humanos y otra por el prólogo), diseñados a modo de libro abierto con distintos ángulos de apertura, como si se tratara de un ¡¡¡crómlech!!! Según el autor del proyecto, vista desde la distancia, la obra se contempla como una instalación opaca, como un pequeño hito en medio del parque, pero según se vaya acercando el paseante podrá leer una serie de palabras gracias al troquelado sobre el metal, lo que proporcionará conceptos clave que se desprenden de los artículos de la Declaración, escritos en diferentes idiomas y abecedarios. Palabras como «libertad», «igualdad», «vida», «seguridad», «justicia», «intimidad», «conciencia», «expresión» o «bienestar» serán algunos de ellos. A una escala menor, una vez se esté al lado de la escultura, se podrá leer en cada panel un artículo de la Declaración Universal de Derechos Humanos escrito en 4 idiomas (euskera, castellano, inglés y francés). Sin comentarios.

Dejando aparte esta controversia, el parque es precioso y, desde luego, merece la pena conocerlo, pasear por sus caminos y disfrutar de sus encantos.


- El Jardín de la Plaza de Guipuzcoa.

El filósofo e intelectual Fernando Savater ha definido acertadamente como “bonsai urbano” a este pequeño jardín. A pesar de sus reducidas dimensiones contiene innumerables detalles, caprichos diría yo, que hacen de la visita y contemplación de este jardín una actividad más que interesante.

Es un jardín de corte romántico-inglés que pretende recrear la naturaleza en medio de la ciudad. En su interior, además de una gran variedad de árboles, arbustos y plantas, destaca un pequeño estanque, atravesado por un bonito puente, que separa una zona de rocalla en la que hay una diminuta cascada, de otra zona donde viven patos y cisnes.
Mesa horaria y templete meteorológico en los Jardines de la Plaza de Guipuzcoa.


Entre los “caprichos” que contiene el jardín hay que destacar un templete meteorológico que contiene una columna meteorológica dotada de un barómetro, un termómetro y un higrómetro, además de ofrecer diversos datos meteorológicos y geográficos de la ciudad;  una mesa horaria de mármol blanco (1879) que marca las diferencias horarias de San Sebastián con diversas capitales del mundo, ambos obra del donostiarra José Otamendi, profesor, geógrafo y gran aficionado a la astronomía; y el monumento al músico donostiarra José María Usandizaga.


- Los jardines de Alderdi Eder y Ondarreta.

Cada uno en un extremo del Paseo de la Concha, ambos jardines son del tipo francés. Se caracterizan por estar organizados a base de parterres geométricos, rodeados, por lo general, de lo que erróneamente aún siguen llamando algunos donostiarras “tamarindos”.


Tarays en los Jardines de Alderdi Eder con el Ayuntamiento y el Sagrado Corazón al fonfo.


Los pequeños arbolillos, de hoja caduca, son en realidad tarays (tarajes) de la especie Tamarix Ramosissima Ledeb (“Tamarix pentandra Pall.”). Fueron introducidos en el año 1885 por Pierre Ducasse, debido a su resistencia a los vientos marinos y su buena adaptación a la Bahía de la Concha. Con el tiempo estos arbolillos se han convertido en un símbolo de San Sebastián, estando protegidos por el plan general urbano.


Tarays en los Jardines de Ondarreta.





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