Para finalizar con esta serie de entradas,
en las que, de norte a sur, he ido mostrando diversos lugares que considero
interesantes para conocer la costa de esta hermosa zona de Galicia; le toca el
turno a la parte más al sur de las Rías Baixas.
En esta entrada podremos visitar Bayona (Baiona en gallego), una ciudad cargada de historia; bajar por la costa hasta llegar a La Guardia (A Guarda), en la desembocadura del Miño, y subir al Monte de Santa Tecla (Trega); para terminar cruzando el Puente de Tuy para visitar la sorprendente fortaleza de Valença do Minho en Portugal.
1.) Bayona (A).
Es una villa costera con mucha historia y
con muchas historias que contar. Su fortaleza, el principal atractivo de la
población, a lo largo de la historia fue objeto de ataques y asedios por
parte de romanos, normandos, musulmanes (Almanzor), portugueses, ingleses,
franceses y corsarios ingleses (Sir Francis Drake). Asimismo hay que destacar la
participación de Bayona en el descubrimiento de América, ya que la primera carabela
que regresó a España, “La Pinta”, al mando de Martín Alonso Pinzón, fondeó en
Bayona el día 1 de marzo de 1493.
Vista de Bayona desde la Fortaleza de Monterreal. |
La Fortaleza de Monterreal, emplazada en la
península de su mismo nombre, es propiedad del Estado desde el año 1963; que
restauró sus murallas y construyó en su interior el Parador Nacional Conde de Gondomar (1966). La fortaleza puede visitarse todos los días del año, por un
módico precio si accedes a pie. También es muy interesante, cosa que recomiendo, caminar por el agradable
paseo público, de unos dos kilómetros de longitud, que rodea la fortaleza.
Fortaleza de Monterreal. |
Junto a la fortaleza se encuentra uno de
los clubes náuticos más prestigiosos de España, el Monterreal Club de Yates de
Bayona, que llegó a participar en el desafío Copa América de vela.
La visita a la réplica de la Pinta es una
actividad obligada en Bayona. Por 2 euros se puede subir a la carabela, ahora
con audioguía incluida, visitar su interior y tener la oportunidad de hacerte una leve idea de las condiciones en
las que vivían los tripulantes de una carabela. Desde luego
cruzar el Atlántico en una nave como esta debió ser epopéyico.
Réplica de la carabela Pinta. |
2.) La Guardia: Monte
de Santa Tecla (B).
Después de visitar Bayona, la siguiente
parada camino de La Guardia podría ser el Cabo
Silleiro, donde se puede disfrutar de unas magníficas vistas de las Islas
Cíes desde un ángulo diferente. Después, un apacible viaje hacia el sur por la
costa hasta llegar a La Guardia, en la desembocadura del río Miño. Un buen
sitio para comer en alguno de los restaurantes que hay en el paseo marítimo, junto
al puerto. Tiene fama su langosta.
El lugar más atractivo de La Guardia se
encuentra a 344 metros de altura, en lo alto del Monte de Santa Tecla (Tegra). Hay que pagar una pequeña
entrada, desde el propio automóvil, antes de subir (1 euro), que incluye la
visita al Museo Arqueológico de Santa Trega.
Antes de llegar a la cima se puede visitar uno
de los castros más impresionantes de Galicia, el Castro de Santa Trega. Su
origen data de la Edad de Hierro y tuvo su mayor actividad entre los siglos
II-I a.C. y la definitiva romanización de Galicia en el siglo I d.C. Fue
descubierto de forma accidental en el año 1913 con la apertura de la pista para
dar acceso a la cima. Para saber sobre la cultura castreña te recomiendo leer
la información que se incluye en la entrada de la Península de Barbanza (Rías
Baixas 2).
Desde la cima, donde se encuentra el Museo
Arqueológico y la Ermita de Santa Trega, podemos disfrutar de unas maravillosas
vistas de La Guardia, y del estuario y de la desembocadura del río Miño.
3.)
Fortaleza de Valença do Minho/Portugal (C).
La fortaleza de Valença, al otro lado del
puente internacional de Tuy, es un lugar sorprendente, sobre todo si no sabías
nada sobre ella previamente, como nos sucedió a nosotros. Esta fortaleza,
formada por dos cuerpos comunicados, es una joya de la arquitectura militar.
Los accesos por sucesivas puertas que cruzan
a través de las murallas y los fosos que las protegen, dan paso a espacios edificados,
con estrechas callejuelas adoquinadas llenas de restaurantes, tiendas de todo
tipo, pequeñas capillas y típicos edificios portugueses con fachada de
azulejos.
Interior de la fortaleza. |
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